Las superficies de césped artificial han ganado un gran interés en rugby y fútbol americano debido a su capacidad para imitar de cerca las cualidades del césped natural. Estas superficies avanzadas, conocidas como pelo largo o césped artificial de tercera generación, presentan una altura de pelo más larga y normalmente se rellenan con una combinación de caucho y arena.
Los organismos rectores internacionales, incluidos los sindicatos de rugby y las asociaciones de fútbol, han reconocido las impresionantes cualidades de estas superficies de césped artificial de nueva generación. Por ello, han revisado su reglamento para permitir el uso de campos de hierba artificial en las competiciones oficiales.
Para garantizar que estos campos cumplan con los estándares deseados y prioricen la seguridad de los jugadores, se han establecido requisitos de rendimiento específicos. La especificación de rendimiento del IRB para superficies de césped artificial para rugby, también conocida como 'Reglamento 22 del IRB', y el concepto de calidad de la FIFA para superficies de césped artificial describen los estándares que deben cumplir las canchas de césped artificial.
Sin embargo, muchos campos de césped artificial están diseñados para uso multideportivo, lo que a veces puede comprometer las características de la superficie. Para abordar esto, la Irish Rugby Football Union (IRFU) ha desarrollado un estándar de rendimiento y una guía específicamente para campos de césped artificial de usos múltiples. Este estándar se basa en los requisitos establecidos por el IRB y la FIFA, y se adapta a la naturaleza diversa de estos campos. Abarca aspectos esenciales del rendimiento, como la interacción jugador-superficie y la interacción balón-superficie, al mismo tiempo que especifica los requisitos de durabilidad y construcción para las superficies de césped artificial. Además, ofrece pautas para el diseño y construcción de estos campos. Al cumplir con este estándar, las superficies y campos de césped artificial también cumplirán con los requisitos de la Regulación 22 del IRB.
Al adoptar la tecnología de césped artificial y adherirse a estos estándares integrales, las comunidades de rugby y fútbol pueden brindar una experiencia de juego óptima que mejora el rendimiento y prioriza la seguridad en el campo.